Llegué más rápido de lo acostumbrado a mi pequeño departamento, estoy seguro que era la emoción, porque esta noche sería diferente, ésta vez no iríamos a echar desmadre, todo estaba planeado, ella creía eso pero en realidad iríamos a su lugar favorito, el punto mas alto de la torre latinoamericana, una comida sencilla pero no barata, como ella lo hubiera preferido y por supuesto un buen vino, era una ocasión especial. Era un día igual al de nuestro primer beso y sería nuestro primer día comprometidos, me arrodillaría y le pediría que fuera mi esposa por el resto de nuestras vidas.
Su mejor amiga la llevaría tan bella como siempre y para ese punto ella ya sospecharía algo. La esperé por horas y nunca llegó.
Decepcionado volví a mi auto, lo encendí y aceleré a fondo, sólo veía luces pasar, no me importaba nada sólo ella y pensaba que ella no sentía lo mismo; dos horas después recibí una llamada, era mi Andrea al fondo pidiendo ayuda y un imbécil diciéndome que la tenía secuestrada. -Amor ayúdame, no dejes que me hagan daño- Era lo que su voz me decía, sólo pensaba que yo nunca permitiría eso, nunca dejaría que la lastimaran. Colgó y no supe si devolver la llamada o esperar. Frené lo más rápido que pude y empecé a asimilar lo que pasaba, me la habían arrebatado y por eso no había llegado.
Estuve estacionado media hora hasta la segunda llamada:
-Ya sabes de que se trata esto, pido dinero, me lo das, me divierto con tu noviecita y te la devuelvo.
-Maldito hijo de puta. -decía entre dientes-.
-No te conozco así que seré generoso. Quiero millón y medio.
-No tengo ese dinero.
-Para dentro de tres días. -comenzaba a burlarse-.
Yo no tenía nada de valor, había perdido a mi familia hace casi diez años, y Andrea sólo me tenía a mi después de una gran discusión con sus padres, ¿Cómo iba a conseguir ese dinero?
Fui a casa de Julieta, la chica que la llevaría y me dijo que Andrea la había llamado porque yo había llegado por ella.
Su mejor amiga la llevaría tan bella como siempre y para ese punto ella ya sospecharía algo. La esperé por horas y nunca llegó.
Decepcionado volví a mi auto, lo encendí y aceleré a fondo, sólo veía luces pasar, no me importaba nada sólo ella y pensaba que ella no sentía lo mismo; dos horas después recibí una llamada, era mi Andrea al fondo pidiendo ayuda y un imbécil diciéndome que la tenía secuestrada. -Amor ayúdame, no dejes que me hagan daño- Era lo que su voz me decía, sólo pensaba que yo nunca permitiría eso, nunca dejaría que la lastimaran. Colgó y no supe si devolver la llamada o esperar. Frené lo más rápido que pude y empecé a asimilar lo que pasaba, me la habían arrebatado y por eso no había llegado.
Estuve estacionado media hora hasta la segunda llamada:
-Ya sabes de que se trata esto, pido dinero, me lo das, me divierto con tu noviecita y te la devuelvo.
-Maldito hijo de puta. -decía entre dientes-.
-No te conozco así que seré generoso. Quiero millón y medio.
-No tengo ese dinero.
-Para dentro de tres días. -comenzaba a burlarse-.
Yo no tenía nada de valor, había perdido a mi familia hace casi diez años, y Andrea sólo me tenía a mi después de una gran discusión con sus padres, ¿Cómo iba a conseguir ese dinero?
Fui a casa de Julieta, la chica que la llevaría y me dijo que Andrea la había llamado porque yo había llegado por ella.
Le conté lo del secuestro y me enteré que estaba embarazada, ahora no sólo me había quitado a mi novia, sino también a mi hijo.
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